Adolescentes, alcohol y accidentes de tránsito
Aún cuando, las estadísticas muestran una importante baja en la ocurrencia de accidentes durante este verano, no deja de llamar la atención el que en estos últimos días hallamos sido sorprendidos e impactados por las crudas imágenes que nos muestran los medios de comunicación, referentes a menores de edad, quienes, en algunos casos bajo la influencia del alcohol han participado en algún evento relacionado con la conducción irresponsable y que ha tenido como resultado, la incapacidad física o muerte de alguna persona, que también son menores. Consideremos sólo tres de los últimos episodios; Camioneta que se volcó cuando era seguida por carabineros, un muerto; auto que chocó cuando jóvenes que habían robado un auto volvían de una fiesta en la costa central, tres muertos; un menor muerto cuando es atropellado por un vehículo sacado sin permiso de su padre en Valparaíso.
Entonces, la pregunta, que nos hacemos ante estos acontecimientos, es: ¿quién tiene la culpa?, unos acusan a las unidades de control, otros a la familia, a los proveedores de alcohol y a las autoridades, quienes tienen la responsabilidad de generar las políticas necesarias para la prevención y adquisición de practicas de autocuidado, a fin de evitar este tipo de situaciones.
Buscar culpables no es la solución a la problemática, mas bien, retrasa la oportunidad de generar soluciones activas y pertinentes. Una rápida mirada a los acontecimientos, nos permite encontrar importantes variables que nos sirven de indicadores y son suficientes para generar una reflexión en torno a los elementos y actores que se confabulan para gatillar situaciones similares a las anteriormente expuestas, entre estos indicadores se observa:
La corta edad de los actores, tanto víctimas como victimarios son en un alto porcentaje adolescentes.
En los tres casos, los menores no tenían autorización para usar los vehículos involucrados.
El alcohol era actor importante en casi todos los eventos considerados
Estos elementos, nos permiten visualizar la situación, y de acuerdo a esto, entonces, buscar respuestas y construir soluciones, ojala, no desde la comodidad de los escritorios y con modelos de intervención estereotipados, construidos en base a estrategias externas, sino desde la práctica y el conocimiento de las realidades, lejos del discurso político inconsistente, en muchos casos, lleno de promesas y sin acción.
Con esto, es importante, entonces, no centrar nuestros esfuerzos en los efectos, osea plantear respuestas reactivas, sino, más bien, en las circunstancias, como una señal proactividad, a fin de entender la problemática y responder eficientemente ante el desafío de disminuir las situaciones de riesgo asociadas tanto al consumo de alcohol, como a las reacciones inesperadas de nuestros jóvenes, por lo que, se hace necesario, replantearnos la mirada sobre como está actuando nuestra juventud y poner en la balanza lo que como sociedad, estamos haciendo en respuesta a la voz de alerta que nos presentan los acontecimientos.
Generemos, entonces, espacios de diálogo, con todos los involucrados y permítasenos opinar, escuchar y responder a los desafíos que nos plantea la situación, siendo congruentes con nuestro discurso de libertad y derechos, sin pasar por alto nuestras mutuas responsabilidades en cada uno de los niveles en que nos relacionamos con la temática.
jueves, 18 de febrero de 2010
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