Alcohol y juventud son dos elementos que no pueden ir por una misma senda, ya que al unirse, provocan una combinación de alto riesgo, donde, por un lado, la inexperiencia, la inmadurez psíquica y biológica de los jóvenes y por el otro, los efectos depresores del sistema nervioso central que produce el alcohol, hacen, que el adolescente, pierda muy rápidamente el control de sí mismo, a causa de las alteraciones psicomótoras que produce la intoxicación alcohólica, llevándolo, de este modo, ha enfrentar hechos y situaciones sin control de sí mismo.
Son varios, los indicadores, que muestran que en los últimos tiempos, los adolescentes y jóvenes, han aumentado su consumo de alcohol, entre ellos, encontramos, el grave aumento de accidentes de transito, donde la principal característica es la presencia de jóvenes bajo la influencia del alcohol. Otro indicador que se observa, es el aumento de jóvenes que se ponen de acuerdo para beber en espacios públicos como plazas, parques o playas.
De acuerdo a las cifras que entrega la Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito el 14% de los accidentes ocurridos el año 2008 tuvo relación con el consumo de alguna bebida alcohólica. Y el último estudio de Conace para Población General (2008), indica que el 49.8% de la población de nuestro país, ha consumido alcohol al menos una vez en el último mes, cifra que si bien ha tenido una importante disminución (8ptos) en relación al estudio anterior (2006), aún es alta y es un interesante indicador sobre las conducta de consumo de alcohol de los chilenos.
Las causas gatillantes del consumo de alcohol en los jóvenes son muchas, y claramente podemos distinguir entre ellas, por ejemplo, la excesiva oferta que se recibe a través de la televisión, la que, pese a que se hace en horario, en que se supone que nuestros hijos duermen, y en el que por normativa, las empresas televisivas están autorizadas a transmitir programación para mayores de 18 años, presentan una oferta y consumo de alcohol muy cercana a cualquier norma. También, hemos de reconocer que, en esto, juega un importante papel, el rol de los padres, quienes, tenemos la responsabilidad de impartir pautas y normas de autocuidado a nuestros hijos, a fin de que aprendan a ser resolutivos y moderados frente a la oferta u oportunidad de consumo de alcohol. A todo lo anterior agregamos también la idealización del consumo, donde, de acuerdo a la sociedad moderna toda celebración debe hacerse con alcohol, esto desde el brindis por el nacimiento hasta el trago de vino para soportar la pena de la partida, pasando por el cacho de chicha para el Dieciocho y el cola de mono para Navidad, en fin, se reafirma el dicho de que ninguna celebración es tal, si no se riega con un poco de alcohol.
Si a todas estas causas agregamos la vulnerabilidad psicológica del adolescente, que lo hace permeable ante cualquier influencia externa, indudablemente, encontraremos que al final, la sumatoria de los factores de riesgo sobrepasa a los factores protectores, por lo cual se hace necesario generar espacios de dialogo a fin de generar estrategias que brinden atención oportuna y eficaz a la problemática a la vez que se aumentan los espacios preventivos donde el principal beneficiado es el adolescente.
martes, 26 de enero de 2010
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